Falleció Iñigo Letamendia, cofundador de Pukas y figura clave del surf europeo

Iñigo Letamendia (1948–2025) fue uno de esos personajes que marcan a una generación entera sin proponérselo. Un espíritu inquieto, intenso y profundamente humano que, sin planearlo, terminó dando forma a uno de los pilares del surf europeo: Pukas Surfboards. Su manera de vivir —más instintiva que racional, más libre que ordenada— fue el combustible de incontables aventuras que desembocaron en la fundación de la marca en 1979.

Conocido como “Indigo”, Iñigo Letamendia dejó una huella que trascendió lugares, épocas y estilos. Creó un universo multicultural alrededor del surf cuando Europa todavía estaba descubriendo su lugar en la escena global. Su magnetismo natural y una energía tan creativa como caótica lo convirtieron en un generador de amistades, historias y conexiones que se extendieron por décadas.

Un lazo profundo con la realeza del surf mundial

La mezcla de carisma, vulnerabilidad y una intensidad casi volcánica llevó a Iñigo Letamendia a conectar con algunos de los nombres más influyentes del surf de los 80 y 90. Entre ellos, el hawaiano Sunny Garcia, leyenda absoluta y uno de sus grandes amigos; el australiano Occy; el tahitiano Vetea “Poto” David; y una larga lista de surfistas icónicos que encontraron en él un alma afín.

Iñigo Letamendia también tejió lazos con la escena europea emergente y con figuras que marcarían la historia del surf en España. Su relación cercana con los hermanos Iron, así como con surfistas locales y creadores de cultura, fue consolidando una red que reflejaba exactamente lo que él era: un puente entre mundos.

El orgullo de ver a Sunny campeón

El momento que Iñigo Letamendia recordaba con más emoción llegó en el año 2000, cuando su mejor amigo Sunny Garcia se consagró Campeón del Mundo con tablas Pukas. Fue el punto máximo de una amistad construida con lealtad, respeto y una pasión transparente por el surf. Para Iñigo, ese título no fue solo un logro deportivo: fue una señal de que sus caminos —el suyo y el de Pukas— estaban iluminando algo mucho más grande.

Zarautz, San Sebastián y la comunidad que alimentó su legado

Aunque su historia estuvo conectada a medio mundo, fueron San Sebastián y Zarautz los lugares que le dieron pertenencia. Allí, Iñigo Letamendia organizó eventos, apoyó a surfistas jóvenes y trabajó codo a codo con Marian y Miguel para darle forma a un movimiento que todavía hoy define al surf vasco.

Surfistas como Ibon Amatriain, Aritz Aranburu o Aitor “Gallo” Francesena encontraron en él un referente, un motor o simplemente un aliado incondicional. La escena local —esa misma que se fortalece cada verano y cada marejada— fue siempre su orgullo más grande.

El adiós a un personaje irrepetible

Iñigo Letamendia falleció en San Sebastián, rodeado por el amor de su compañera de vida, Marian, y sus hijos Tala y Adur. Su despedida fue privada, acorde a su esencia: intensa, profunda, pero sin estridencias.

Queda su legado. Quedan las historias. Queda su impacto en miles de surfistas y en una industria que hoy es más rica gracias a personajes como él.

Y queda, sobre todo, esa idea que Iñigo Letamendia vivió al límite:
el surf es más que un deporte; es un camino lleno de encuentros, caos, belleza y amistad.

Pukas y toda una generación lo saben mejor que nadie.

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