Una ola, seis secciones, 2.2 kilómetros. Chicama, la ola más larga del mundo, es sin lugar a dudas el sueño de todo surfista. Y el año pasado, la emblemática izquierda peruana ganó otra característica excepcional: se convirtió en la primera ola del mundo a ser protegida por ley. Una decisión histórica, resultado de 15 años de lucha por los surfistas peruanos, y que ha convertido el país sudamericano en líder mundial a nivel de protección de olas.
De las 164 rompientes identificadas a lo largo de la costa peruana, 20 ya cuentan con una protección legal, y podrían llegar a ser 30 a fin de año. “No es un tema que solo afecta a los surfistas, sino también a todas las personas que aprovechan el mar, que aprovechan el espacio público”, justifica Bruno Monteferri, director de Conservamos por Naturaleza, quien ha llevado esa lucha en colaboración con la Federación Deportiva Nacional de Tabla (FENTA).
Todo empezó en los años 2000, cuando la asfaltización del litoral peruano amenazó a dos de los points más emblemáticos de Perú: La Herradura y Cabo Blanco. En la primera, un point break a las afueras de Lima, la construcción de una pista llevó las autoridades a dinamitar el acantilado, llenando de rocas la playa y afectando la rompiente. En Cabo Blanco, una izquierda tubular del norte del país, la construcción de un muelle destruyó el 30% de la ola.
Estos dos casos llevaron a un grupo de surfistas a hablar con un congresista, y así nació en el 2000 la histórica Ley de Protección de Rompientes Aptas para la Práctica Deportiva en Perú. Pero su reglamentación tardó 15 años en ser aprobada. “Fue un trabajo de lobby, de hacer presión social, presión política”, explica Bruno, quien trabaja en este proyecto desde 2004. Unas negociaciones difíciles, que finalmente avanzaron gracias a las dos primeras victorias del equipo peruano de surf en los mundiales del ISA de 2010 y 2014.
“Cuando se quiso afectar la playa de Punta Rocas, donde Perú ganó el campeonato mundial en 2014, se armó una tormenta perfecta para llamar la atención otra vez sobre el tema”, recuerda Bruno. Tras la repercusión mediática, el Ministro de Defensa se comprometió a aprobar el reglamento, creando en un registro (RENARO) en el cual las olas inscritas están protegidas legalmente.
Sin embargo, el costo para inscribir una ola es de aproximadamente 5 mil dólares, lo cual llevó a Bruno crear la campaña HAZla por tu Ola. Esta plataforma recauda donaciones de fondos por parte de ciudadanos y empresas para presentar los expedientes técnicos necesarios a la protección legal de las olas.
“La idea también es que se comience a sistematizar un poco más las herramientas legales que existen en diferentes partes del mundo para conservar las olas”, explica Bruno Monteforri. “Queremos que a partir de eso haya gente por todo el mundo que pueda asumir el reto en otros países”.
Para más información sobre la campaña HAZla por tu Ola, ingresa en hazlaportuola.pe
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Foto Henry Espinoza