Hoy te dejamos una nueva nota de Kako Garcia, entrenador de Surf en The Camp (España) y columnista de Surfing Latino. En la misma nos contará sobre situaciones que habitualmente tenemos cuando estamos en el mar compitiendo y como hacer para seguir adelante de la mejor forma.
Hoy te dejamos El miedo a las olas.
“El miedo a las olas. ¿Una emoción desagradable?”
Gran parte de los surfistas y bodyboarders reconocen haber experimentado miedo en alguna ocasión mientras practicaban este deporte. El miedo es una emoción. Una emoción subjetivamente cuantificable y un fenómeno psicológico complejo que comprende aspectos conductuales, fisiológicos y cognitivos. Su función biológica primaria es la adaptación del organismo a situaciones relevantes para él (Aguado L. 2002). Pero ¿qué es lo que nos hace buscadores de miedo? ¿Por qué nos metemos a surfear en olas enormes sin ser profesionales ni ganarnos el pan con ello? Supongo que nuestro propio cerebro reclama algo. A menudo, ciertas dosis de lo que la gente llama adrenalina, pero que, en realidad, se trata de un complejo sistema de intercambio de elementos químicos entre neuronas localizadas que generan impulsos eléctricos en zonas concretas de nuestro cerebro. En otras ocasiones, la necesidad de reforzar nuestra reputación y el reconocimiento social, familar o de amigos, pueden aparecer como motivadores de una Big Session.
No sólo en los surfers y bodyboarders encontramos este tipo de necesidad, sino que también lo hallamos en el público de una película de terror, en el que va en su coche a 220km/h sin tener prisa o en el que se tira por un puente atado de una cuerda. Algunos cerebros son “yonkis” de estas sensaciones y otros no contemplan ninguna de ellas como desagradables, aman el peligro y revelan mínimas muestras o respuestas fisiológicas al mismo. Este tipo de cerebros, de personas, de surfers no es lo más habitual. A veces, pienso que lo mejor de una sesión de olas grandes no es la propia sesión sino la sensación post-sesión. Como hemos visto las emociones son bipolares y puede ser que seguidamente a una emoción fuerte encontremos un estado placentero y reposado, como si de un efecto rebote se tratase.
En cuanto al miedo, como emoción, hay que decir que tiene su origen en la evolución y que por tanto los estados emocionales no son exclusivos del cerebro humano sino también de los animales, y que cumplen una función dentro de la supervivencia. Según Freud, el miedo puede tener una fuente imaginaria o no conocida, y desde ese punto de vista la ansiedad es una señal interna que anticipa este peligro y que se vivencia como una sensación anticipatoria desagradable que alerta a las personas a defenderse o a evitar algo (Freud, S. 1936). Además el miedo también tiene relación con situaciones ambiguas o novedosas; por ejemplo los surfistas Y bodyboarders no están igual de cómodos con olas del mismo tamaño cuando las surfean en su playa habiltual a cuando lo hacen en un nuevo y desconocido spot.
Pero ¿dónde está el límite? El concepto del límite de peligro que un corchero está dispuesto a afrontar es personal, individual. Basta con ver fotos de Nelson Mora o de Yeray Martínez para comprobar que parecen no tener un límite observable. Además, ¿cómo un surfista o un bodyboarder percibe el miedo? Aquí se abre un debate, consciente o inconscientemente.
Las teorías de la evaluación cognitiva postulan que las reacciones emocionales que los surfistas tenemos son el resultado de un análisis exhaustivo dos tipos de estimulación:
1. Externa
- altura de las olas
- canal de escape
- frecuencia de las series
- tamaño de nuestra tabla
2. Interna
- recuerdos de experiencias anteriores
- sensaciones después de exponernos a esas olas en imaginación ¿Cuantas veces hemos visto una ola desde el coche y nos hemos imaginado comiéndonosla?
- la capacidad de control
Estas teorías conciben la emoción de miedo como una reacción del surfista modulada por procesos cognitivos o pensamientos intermedios que le dan significado, y que, por consiguiente, tienen una repercusión directa en la conducta, por ejemplo, cuando llega la hora de entrar al mar o no hacerlo.
Sobre esto último, los enfoques sistémicos de la Psicología advierten que una solución habitual de las personas, ante situaciones temidas, es aplazarlas. Creo, en este sentido, que hemos comprobado la mayoría de nosotros, como muchos bodyboarders, incluidos nosotros mismos, temerosos por las condiciones del mar, han aplazado durante horas entrar al agua para, finalmente, desistir en esta idea. Un clásico («entra tú que si coges un par de ellas me meto yo…»)
De todos modos, en este tipo de decisión, este enfoque es el adecuado. A la hora de tomar la determinación (entro/no entro) el proceso de pensamiento es racional, consciente y basado en reflexiones internas o de los demás.
Sin embargo, no todas las decisones, en relación a una sesión de olas grandes y peligrosas son a través de procesos como el anterior. Actualmente ya disponemos de numerosas pruebas que demuestran que el surfer o el bodyboarder responde emocionalmente en condiciones que seguramente no permiten la actuación de procesos complejos de pensamiento. La elicitación de respuestas emocionales de manera no consciente ha gozado hasta hace poco de escasa credibilidad, sin embargo esta “idea establecida” contradice, observaciones cotidianas como la irracionalidad de muchos miedos, incluidos los miedos fóbicos que se mantienen a pesar de que la persona sea perfectamente consciente de lo inofensivo del estímulo al que se teme (Aguado, L.). Esto lo comprobamos en surfers que poseen preparación física y técnica para surfear olas imponentes, pero no se creen preparados para ello. Pero eso, aunque interesante, merecería un capítulo propio. Además aquí no vamos a entrar en el complicado tema de lo que es un miedo racional y una fobia o miedo irracional; por todos es sabido que una ola puede ser un simple meneo y otra un verdadero peligro. Además… ¿qué es la realidad? no más que la interpretación subjetiva de la misma… ¿es por tanto real la realidad? O por el contrario es una interpretación personal de un conjunto de estímulos.
Para hacernos una idea, un ejemplo de procesamiento inconsciente, automático y no reflexivo se da en el momento en que un corchero rema una ola complicada y mira hacia abajo para decidir si encarar o no el take off,. La reacción emocional de miedo que le lleva a no tirarse está lejos de ser fruto de un análisis cognitivo de la situación y por tanto lejos también de ser consciente. Es una reacción instintiva, casi emocional. La emoción es miedo, su proceso es inconsciente y su fin es actuar hacia una conducta de prudencia, protectora del individuo y, por tanto, adaptativa. Si no apareciese, nos pondría en peligro. Pero amigos…hay personas que se salen de lo “normal”. Afortunadamente para el espectáculo… EXISTEN SURFERS Y BODYBOARDERS QUE SE SALEN DE LO NORMAL.
Dedicado a Iván Manso «Peibol» e Iván Castelo, compañeros de sesiones en las que sentí el miedo en su más profundo significado.
Carlos García “Kako”
Psicólogo experto en terapia Sistémica
Entrenador profesional de Surf en The Camp
Foto: Eugenio Prados