Le decían “el Sapo”, y era uno de los mejores bodyboarders de la isla. Pero en la mañana del 21 de febrero, el joven de 26 años perdió la vida haciendo lo que más le gustaba. Alexandre fue atacado por un tiburón en su Isla Reunión natal mientras surfeaba con amigos. Mordido en la cadera y la pierna izquierda, perdió la vida en el mar antes de poder ser rescatado.
Este nuevo ataque de tiburón viene a ser el vigésimo en Isla Reunión desde el 2011, de los cuales 8 fueron mortales. En los últimos cinco años, la isla francesa ubicada en pleno Océano Indico se ha convertido en la zona más mortal del mundo, superando de lejos a Australia y Sudáfrica.
Al igual que en esos países, las especies involucradas en los incidentes son tiburones tigre y sarda (que suele ser confundido con el tiburón toro, aunque sean dos especies muy distintas). Pero la frecuencia de los encuentros entre humanos y tiburones en Isla Reunión es excepcional, y aun que se estén realizando estudios científicos al respeto, todavía persisten muchas zonas grises. Para la población local, la salida de esta “crisis del tiburón” parece ser cada vez más incierta.
Una perla del Océano Indico que se convirtió en película de terror
Isla Reunión tiene todos los aspectos de una postal perfecta: agua clara, arena blanca y palmeras. Perdida en el Océano Indico, esta isla francesa está rodeada de kilómetros de reef breaks donde rompen olas perfectas todo el año. “La gente de afuera se ponía muy celosa cuando les mostraba donde surfeaba”, cuenta Camille Davila. Esta joven isleña de 25 años creció en un pueblo frente al mar, y compitió toda la vida junto a su gran amiga de infancia, que no es otra que Johanne Defay. “Pero hoy en día, la gente no nos envidia más”, lamenta Camille.
Lo que se conoce como la “crisis del tiburón” en Isla Reunión empezó en el año 2011 con una serie de cinco ataques en solo unos pocos meses. Desde entonces, el promedio de ataques por año saltó de uno a cuatro. De las veinte víctimas, más de la mitad son surfistas y bodyboarders, por estar obviamente más expuestos al riesgo. Pero en el 2013, la crisis se convirtió en película de terror: los tiburones llegaron a acercarse tan cerca de la costa que una joven de 15 años fue fatalmente atacada nadando a solo cinco metros de la orilla. Dos meses después, un perro fue mordido saliendo del agua, ya pisando la arena. Unos ataques absurdos, que ni Spielberg llegó a imaginar.
“Por ser una isla, siempre estuvimos rodeados de tiburones. Pero antes los ataques solían tener una explicación, pasaban por ejemplo de noche o en aguas turbias”, cuenta la joven surfista local. “Ahora ya no se puede anticipar nada: pasa en pleno día, en aguas claras y hasta protegidas por redes. Ahí uno realmente se pregunta por qué…”, dice Camille, la voz llena de emoción. En una comunidad donde todos son conocidos, cada ataque es un nuevo trauma.
Sesiones de alto riesgo en Isla Reunión
A pesar del riesgo, quedarse fuera del mar nunca fue una opción para los surfistas locales. En Isla Reunión, la gran mayoría de la población crece con los pies en el agua, y no se imaginan vivir sin él. “Por estar en una pequeña isla vemos el mar desde cualquier rincón, y siempre salen unas líneas de olas perfectas que te enloquecen”, dice Camille, justificando la toma de riesgo.
La isla cuenta con centenas de reef breaks mágicos, muchos de los cuales siguen siendo secretos. Pero solo dos playas están protegidas por redes antitiburones, y tres implementaron un sistema de vigilancia submarina con buceadores que alertan a los surfistas licenciados. Todas estas medidas de prevención son el trabajo de una comuna, la de Saint-Paul, donde el responsable del tema es un denominado Patrick Flores, padre del surfista profesional Jeremy Flores.
Al ser tan pocas las zonas protegidas, la población tiende a amontonarse en esos lugares, lo que desanima a los surfistas. “Intento meterme en zonas seguras, pero hay veces que no resisto y voy a otras playas” admite Camille.
En realidad, los surfistas están expuestos a otro riesgo, mucho más probable que el ataque de tiburón: la multa. Isla Reunión es el único territorio del mundo que prohíbe entrar al mar, desde una medida muy controversial tomada por el Prefecto en 2014. En esta isla tropical, bañarse o surfear fuera de las pocas zonas delimitadas se ha convertido en un delito, sancionable por una multa de 38 euros. Una medida más política que eficaz, ya que por falta de control los surfistas siguen corriendo olas a lo largo de la costa.
Pero según Camille, en estos últimos meses hubo un fuerte aumento de la presencia policial en las playas. “A veces llegan con varios autos, y te esperan tres horas para que termines tu sesión y te puedan multar. El surfista, que ya tenía reputación de vago en la isla, ahora también es visto como un criminal. Y parece que están tratando de aumentar la multa a 300 euros, con decomiso del material de surf!”, se ofende Camille.
Frente a esta prohibición nació el Movimiento Democrático para la Reapropriación, un grupo de surfistas que pretende volver a los spots prohibidos tomando las “medidas necesarias” para limitar los ataques. Una forma de seguir viviendo su pasión minimizando el riesgo, por lo menos hasta que se solucione la crisis del tiburón. “Cuanto más nos quedamos fuera del agua, más domina la aprehensión” dice Olivier, fundador del movimiento. “Esto es clave en la supervivencia del surf en Isla Reunión” comenta el rider local.
¿Los surfistas tendrán la culpa ?
Si la mayoría de los surfistas toman precauciones, no es el caso de todos. El ataque de esta semana que le costó la vida a Alexandre levanta muchas preguntas al respeto. El joven, que nació en la isla y hasta ha sido “vigía tiburón” en las playas protegidas, conocía perfectamente las situaciones de riesgo. A pesar de eso, fue a correr olas en la costa este de la isla, donde el litoral hostil y las aguas turbias son muy propicias para los tiburones. “Yo surfeo desde siempre en Isla Reunión y nunca había escuchado de ese spot” confiesa Camille.
Pero el martes 21 de febrero, Alexandre entró al agua con su tabla de bodyboard y un grupo de amigos. Había llovido mucho los días anteriores, y la desembocadura del río en la cual se encontraban tiraba agua turbia. Una situación ideal para el tiburón sarda, que vive tanto en agua salada como dulce. Preocupados por la presencia del grupo, que aparentemente ya había venido varias veces, los pescadores de la zona les recomendaron no entrar. Hasta les comentaron que habían visto un tiburón rodeando el lugar, pero los jóvenes no les hicieron caso. “Estaban ahí desde las 6 de la mañana” cuenta un pescador llamado Jean-Marc en una entrevista con la televisión local.
Estas circunstancias han generado mucho debate en la población que cuestiona la responsabilidad del surfista, ya que después de cada ataque el Estado autoriza la caza localizada de tiburones.
«Conozco el lugar… El que juega con el diablo no se puede sorprender si pasa un accidente. Más en un lugar donde está totalmente prohibido bañarse y surfear. El mar, como la montaña, son cosas que se respetan.» comentario de un usuario en la página oficial de la revista francesa L’Express.
Otros defienden la libertad del surfista, pero cuestionan la respuesta del Estado. “Este surfista tenía conciencia del riesgo, pero fue a surfear igual. Es su decisión, nadie debería juzgar su acción, y menos aún considerar que era un estúpido. Pero que el Estado piense en vengarse, ahí si estamos hablando de estupidez” comenta otro usuario en la página oficial de Sea Shepherd Francia, ONG ecologista internacional por la conservación de la fauna marina.
Tensión eléctrica entre isleños
La triste serie de ataques que estremece la isla creó fuertes divisiones en la población entre los que acusan a los surfistas, los políticos, o los ambientalistas. Y esta tensión está reforzada por un tema muy sensible: el dinero. El impacto económico de la crisis del tiburón ha sido terrible para la isla. En este territorio francés, muchas veces olvidado por los dirigentes de París, la principal fuente de ingreso es el turismo. Un sector que desde 2011 se está desplomando: en el 2014, se estimó la pérdida a 20 millones de euros por año. Para los negocios vinculados al surf, esta situación también ha sido dramática. De las 16 escuelitas, 14 tuvieron que cerrar.
En un contexto tan tenso, y con la emoción que suscita cada ataque, ciertas voces dentro de la población exigen que se maten más tiburones. Hasta Jeremy Flores, ícono mundial de Isla Reunión, apoyó públicamente la caza de tiburones a través su cuenta Instagram.
“Esto claramente no es una solución!”, asegura con determinación Lamya Essemlali, presidenta de Sea Shepherd Francia. “Ha sido demostrado científicamente en muchos lugares, como en Hawaii, que cazar tiburones no reduce la cantidad de incidentes”. Según la organización ambientalista, ningún estudio demuestra que exista una sobrepoblación de tiburones en Isla Reunión. “Eso es un mito, el verdadero problema es la mala gestión de la urbanización de la isla, el aumento de las actividades náuticas y la falta de comida en el océano, que atraen a los tiburones cada vez más cerca de la orilla”, dice Lamya.
Este último incidente ocurre en un momento decisivo para la isla. La población tiene hasta el próximo lunes para responder a una encuesta del gobierno: “¿está usted a favor de la apertura de la pesca de tiburones en la reserva marina de Isla Reunión?”. Una encuesta polémica, cuya intensión es tranquilizar cierta parte de la población según la presidenta de Sea Shepherd Francia.: “El problema es que la gente asume que todo lugar salvaje debería estar bajo seguridad”.
“Qué triste que lleguemos a esto!”, lamenta Camille, que hoy ha dejado la competición para ser profesora de biología. “La sociedad está tan dividida que los políticos están dispuestos a destruir años de trabajo que se ha hecho en la reserva para la protección de los corales y el ecosistema”, dice la joven surfista, antes de concluir: “Que ganen los que están en contra o a favor, la población va a terminar perdiendo, porque no vamos a llegar a estar de acuerdo”