Vivir frente a Zicatela, una de las olas más poderosas del Pacífico, no es algo común para un niño. Pero Kalama Stratton no es un niño común. A los 13 años, su vida gira en torno al mar: madruga para surfear, estudia en casa con su iPad, y se prepara mental y físicamente para enfrentarse a tubos pesados y drops verticales.
El surf lo atrapó de forma definitiva en Barra de la Cruz, cuando su papá lo empujó en una ola perfecta. Desde entonces, la conexión fue total. Hoy, Kalama ya se codea con los locales de Puerto, respeta los códigos del line up y se prepara con casco y chaleco cuando el swell se pone serio.
“En los días grandes siento miedo, pero también me gusta la adrenalina y me encantan los tubazos”, dice Kalama, con la naturalidad de quien ha hecho del océano su casa.
El pasado invierno viajó al North Shore de Oahu, donde pudo surfear casi todas las olas importantes, incluida Pipeline. “Estaba muy difícil por la cantidad de gente, pero después de varios días logré agarrar un tubo muy bueno”, cuenta. También conoció a John John Florence, uno de sus referentes. “Es muy buena onda”, dice.
La comunidad local de Zicatela lo acompaña y lo cuida en el agua. Kalama escucha consejos, respeta y aprende. Su rutina está marcada por el surf y la disciplina: se entrena, estudia, ayuda en casa y sueña en grande.
“Me gustaría ser campeón del mundo y llegar al tour mundial. También me gustaría surfear Skeleton Bay o Teahupo’o algún día.”
Entre el freesurf y la competencia, Kalama no elige: quiere disfrutar de ambos caminos. Y si algo deja claro esta charla con él, es que está completamente enfocado en su sueño, sin perder la alegría ni la humildad que lo hacen especial.